Puente de Santa Catalina (Besteak San Sebastián / Donosti)
Puente de Santa CatalinaBesteakCentro
El puente de Santa Catalina, salvando las aguas del Urumea en su desembocadura, es el puente más antiguo de Donostia y uno de lo más veteranos de Euskadi. Antiguamente conectaba la Carretera Nacional I, aunque ahora constituye el nexo entre la Avenida de la Libertad y la calle Miracruz. Nada como contemplar la belleza de su arquitectura de corte neoclásico y dejarse cautivar por la panorámica de San Sebastián desde uno de sus puentes más emblemáticos.
Desde finales del siglo XIV, el Santa Catalina ha sido reconstruido en varias ocasiones, y la suya es la historia del paso de la madera a la piedra, de la inestabilidad a la solidez. Como todos los grandes monumentos, el pasado de este puente es indisoluble al de su ciudad. Debe su nombre a una antigua iglesia sita en sus proximidades, si bien la misma no se ha perpetuado, como tampoco la construcción original del Santa Catalina ha logrado sobrevivir.
Hacia 1370, el de Santa Catalina era un puente de grandes dimensiones, por entero de madera, y estratégicamente situado, por lo que además de suponer un punto clave a nivel comercial, también era un importante objetivo militar tanto defensiva como ofensivamente. De manera que su destrucción en aras de salvaguardar a la población donostiarra sería moneda corriente durante más de cinco siglos; así ocurriría, por ejemplo, en 1835, cuando las tropas liberales lo derribaron para impedir la entrada a los carlistas.
No obstante, la llegada de la piedra lo cambiaría todo, aunque no seria un proceso fácil, ni mucho menos económico. Desde 1659 surgen distintas propuestas para levantar un puente de piedra, resistente, duradero y único. Jumarrieta, Francisco Ibero y otros idearían estructuras de tres, cinco y hasta catorce arcos, siendo todos ellos condenados al olvido.
En 1869 la historia tomaba un nuevo rumbo. Antonio Cortázar, un arquitecto provincial, era el encargado de eregir una arquitectura pétrea, portentosa, enmarcada en las formas neoclásicas, con la salvedad de las farolas diseñadas por Juan Alday en 1926. En junio de 1872, el Santa Catalina se inauguraba por todo lo alto, y San Sebastián conocía así el primero y más simbólico de sus puentes.
Posteriormente se sometería a distintas reformas que buscan conservar el vigor y la elegancia de su arquitectura que los embates del mar deslucían constantemente. Y es que la extensa crónica de San Sebastián esta repleta de tesoros que, como el puente de Santa Catalina, hacen de esta una tierra especial y única.
Argazkiak lotuta Puente de Santa Catalina
Destrozos de las olas en el Puente de Santa Catalina
SanSebastianDonosti.com
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